El leve cambio de una férrea tradición

La tradición taurina se mantiene viva; sin embargo, no es ajena a los cambios: en el interior del país, las corridas de toros están dando paso a las faenas sin sacrificio del animal.

Empieza la típica melodía de la trompeta y como seducido por el sonido, “el bravo” ingresa frenético, en busca del último retador de la tarde. Tan rápido como ingresa y empieza el pasodoble, el de rojo fija la capa a su mano con un llamativo movimiento, pero sin perder de vista, ni un segundo, al protagonista que trota por el coso haciendo retroceder al espectador cada vez que se acerca al borde. Una ágil maniobra y el ole unísono retumban el recinto.

Corrida de toros en la festividad patronal de huarochirí.

Corrida de toros en la festividad patronal de huarochirí.

De pronto, el gran momento; dos banderillas, firmes en manos del torero, empiezan su recorrido hacia “el bravo” y mientras el banderillero avanza empinando los pies cada vez más rápidos, como si de un baile de ballet se tratase, desde las tribunas se escucha ¡No! Y sin clavar las banderillas, el torero pasa rápidamente por un lado del toro y se detiene. Entonces los pañuelos blancos, flameantes en las manos del público, dicen que hoy no habrá toro de muerte, mientras que el banderillero ve con extrañeza esta reacción. ¿La tradición de la tauromaquia está sufriendo un leve cambio?

Fereis tradicionales como Acho, Chota, Cutervo o Coracora se mantienen reacios a los cambios.

Fereis tradicionales como Acho, Chota, Cutervo o Coracora se mantienen reacios a los cambios.

Un coso taurino construido a pura madera y fierros permanece en pie alrededor de cuatro horas que es el tiempo que dura un espectáculo taurómaco y éste puede estar en Puente piedra, Pamplona Alta, San Juan de Lurigancho, Vitarte o Chosica, lo cierto es que en todos ellos se repiten los síntomas de cambios en la cultura taurina peruana donde ahora se imponen los corridas sin toro de muerte.

Es más, en provincias limeñas como Canta, Yauyos, Huarochirí o zonas centrales de la sierra están cambiando a las banderillas y espadas por barriles, pequeños puentes de maderas y otros recursos que son usados por un nuevo tipo de torero, aquel que tiene la virtud de sacar de un furioso toro escenas de lo más cómicas. La nueva forma taurómaca combina la lucha épica toro vs hombre con la comicidad producida por toreros disfrazados del Chavo del 8, Cantinflas, La Negra entre otros personajes, caso que sería atípico en grandes ferias como las de Acho.

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“En el Perú no hay fiesta sin corrida de toros y en pueblos de la sierra o de las provincias limeñas vemos un cambio sobre todo en la actitud del espectador. En el peruano principalmente de la sierra central parece que la sensibilidad ha ganado un espacio en la tradición. Gustan de las corridas pero no de los toros de muerte” analiza el historiador Héctor López Martínez quien, además, es contundente al afirmar que será imposible eliminar esta tradición por más que cada día aparezcan nuevos grupos antitaurinos.

Cambios en otros países

Quito, una de las principales ciudades taurómacas de Latinoamérica, a fines del 2011 realizó su primera corrida taurina sin sangre luego de que el resultado del referéndum demostrara el rechazo de la mayoría de los ecuatorianos a la muerte de toro en el ruedo. En algunas provincias de Ecuador han empezado por reducir la cantidad de varas y banderillas como medida de acato a la nueva ley antitaurómaca.

Medida parecida ha sucedido en Colombia, sin embargo taurinos como los de la Feria de Medellín han rechazado esta medida porque consideran que la tradición se convertiría en un circo. Pese a todo, los colombianos continúan con las ferias taurómacas y en el Perú, con cambios o no, queda claro que esta tradición jamás se extinguirá.

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